
Pocos artistas se dejaron influenciar por tantos movimientos pictóricos como Paul Klee. Desde el expresionismo alemán, pasando por el surrealismo hasta la abstracción, pero bebiendo de cada uno de ellos y haciendo suyo cada uno de los postulados que mejor definían cada uno de estos estilos. Un sinfín de cambios que dieron como resultado uno de los pintores más reconocidos en la historia del arte.
Alemán por parte de padre, nacido en Suiza, vivió a caballo entre dos siglos, finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX, en una época marcada por los cambios sociales y políticos, que avivaban el intercambio de soluciones en el mundo de la pintura europea de esos años. De padre músico, este aspecto le condicionará para crear sus primeras obras basándose en aspectos musicales, desde las notas de la escala hasta las palabras relacionadas con ello.
A principios del siglo XX, se juntó con dos de sus compañeros de fatigas, Kandinsky y Franz Marc, sin llegar a formar parte de manera oficial del Jinete Azul (Der Blaue Reiter) dentro del movimiento del expresionismo alemán, se sintió atraído por sus postulados y su manera de ver la realidad pictórica, participando en sus exposiciones.

Paul Klee en su taller en Weimar en 1925
Después de la Primera Guerra Mundial formó parte del elenco de profesores consagrados de la Escuela Bauhaus fundada en 1919 que sentó las bases del diseño industrial actual. Con la aparición del Nazismo, hacia 1931, fue denunciado por enseñar un arte degenerado, que se apartaba de los postulados requeridos por el Nacionalsocialismo de Hitler.
Lo más importante de su producción fue el uso del color. Un color que abarcaba todo tipo de matices y connotaciones artísticas, lo que le llevó a impartir en su etapa Bauhaus la asignatura de Teoría del color y de su mezcla. Sus obras, desde la figuración hasta la abstracción nos hablan de planos intensos de color, de mezclas y yuxtaposiciones de tonos planos, gradaciones tonales, movimiento, pasión y sobre todo de ritmo. Un ritmo lento y constante, quizás influenciado por su enfermedad, pero que no le impidió seguir trabajando hasta el último momento.
Sus obras eran pequeñas y delicadas sinfonías musicales creadas a base de golpes de color y pinceladas donde se mezclaban todos los colores de la naturaleza, en un intento de ponerle música a la pintura y de crear con ella la banda sonora de la época. Algunas de sus obras aquí.
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