

Como todo movimiento artístico radical, el seguimiento fiel del manifiesto cubista habría de llevar a sus obras a un callejón sin salida en poco tiempo. Conscientes de estas dificultades técnicas, los autores responsables del movimiento pronto comenzaron a evolucionar. Las primeras representaciones cubistas plasmaban la realidad. Con su peculiar estilo de pintar todas las perspectivas posibles de un objeto en el mismo plano, pero la realidad, al fin y al cabo. Poco a poco fueron evolucionando hasta no pretender representar la figura en sí, sino por así decirlo, su esencia. A partir de ese momento se puede empezar a hablar de cubismo abstracto, llamado también rayonismo.
Se asocia en particular a Mijaíl Lariónov y Natalia Goncharova en el Salón de la libre Esthétique de Moscú en 1909 y se considera una síntesis entre el cubismo y el futurismo. Los cubistas originarios fueron tal vez menos “arriesgados”. La descomposición de la figura realizada por el cubismo abstracto, acabó derivando en la abstracción total de las obras, las cuales ya no trataban de representar un objeto o un paisaje real, sino un pensamiento o emoción originada en el subconsciente del pintor.
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